miércoles, 18 de mayo de 2011

“LA CONSTRUCCIÓN DE LA SUBJETIVIDAD”

Desde el ámbito de la Psicopedagogía Institucional se propone crear un espacio de reflexión que invite a pensar en temáticas que forman parte de la práctica psicopedagógica.

En este caso se plantea “La construcción de la Subjetividad” como un punto de abordaje necesario a partir del cual empezar a pensar los sujetos, entendidos desde la complejidad que los caracteriza como seres únicos, con los cuales se encuentra día a día el/la psicopedagogo/a.

Este proceso de construcción de la subjetividad implica a un sujeto inmerso en diversos ámbitos durante el transcurso de su vida, por ello es imprescindible pensar la subjetividad en relación a las instituciones que atraviesa y por las que es atravesado, tales como la familia, la escuela y la relación entre pares.

Acercándonos al concepto de Subjetividad

Al pensar en la palabra subjetividad se está partiendo de una concepción de sujeto particular, un sujeto que se va construyendo como tal en la medida de sus posibilidades y en interrelación con los demás. Al hablar de sujetos se debe tener presente que éstos son únicos e irrepetibles, cada uno tiene características propias que lo hacen ser quien es, por ello es fundamental en el proceso de subjetivación establecer vínculos positivos que le permitan al sujeto desarrollarse al máximo posible.

En una primera aproximación al concepto de subjetividad podría decirse que es un proceso por el cual se atraviesa para llegar a ser sujetos. Tal como lo plantean González Castañón y Aznar (2008)[1], “todas las personas transitan por cinco fases en la constitución de su subjetividad, las cuales se implican mutuamente y permanecen vigentes toda la vida”. De estas fases se mencionará a grandes rasgos la denominación que le asignan estos autores, y qué implica cada una para ellos.

En primer lugar, se habla de la fase de humanización como el momento en el cual se da la socialización primaria, donde el nuevo ser es recibido por la familia, la cual lo introduce en las relaciones sociales. De esta manera el sujeto empieza a construir su identidad, su ser, es decir, comienza a formarse a si mismo.

En una segunda fase se produce una relación de alienación (entendida como una construcción social), dada entre la persona que encarna la figura materna y el bebé; este vínculo se estable de manera dependiente, siendo que el bebé en su estado de indefensión, debe ser sostenido para subsistir, y además deben estructurarse sus necesidades psíquicas y sociales, lo cual le permitirá lograr una futura autonomía. Se considera a esto como un aspecto fundante de la proyección subjetivante.

La siguiente fase implica la desalienación, momento en el que se rompe el anterior estado de alienación, y el sujeto comienza a establecer relaciones fuera de la familia. “En esta fase el sujeto desarrolla la consciencia de sí mismo como una continuidad psíquica en presencia y en ausencia de otros” (González Castañón, D; Aznar, A. 2008), es decir, puede pensarse como sujeto diferenciado de los demás, y al mismo tiempo puede establecer semejanzas con ellos.

Luego aparece el momento en que se aprende a tolerar las angustias, la fase de apropiación. Tal como les sucede a todos los sujetos, las relaciones familiares comienzan a modificarse en busca de la independencia, principalmente con el desprendimiento de los roles paternos-filiales de la infancia, continuando así con el proceso de individuación. Podría pensarse, en relación a esta fase, a los jóvenes que intentan independizarse de su realidad familiar, recurriendo a las fantasías y deseos que les apetecen, de manera tal que aparecen conflictos respecto a la toma de decisiones inherentes a la vida adulta.

Por último, se menciona la fase de proyección, durante la que se reeditan y reactivan fases previas, y a partir de la cual cada sujeto construye su proyecto de vida en la medida de sus posibilidades. “Las decisiones que se toman son autodeterminadas, representando compromisos del sujeto con su devenir socio-histórico” (González Castañón, D; Aznar, A. 2008).

De esta manera podemos pensar la vida de cualquier sujeto como una construcción que se va dando con las experiencias vividas por sí mismo, las experiencias ajenas que le son inscriptas, y aquellas que se viven en interacción con los otros que lo rodean. Mirar al sujeto desde la subjetividad es pensarlo como capaz de decidir por sí mismo, de comunicarse, en fin, es capaz de autodeterminarse, pudiendo actuar como impulsor de la propia vida.

La construcción de la subjetividad, caracterizada de esta manera, permite pensar al sujeto desde su complejidad, contemplando la relación entre su cuerpo, su mente, su historia, los otros, y el encuentro consigo mismo y con otros. Es a partir de esta complejidad que nosotras proponemos pensar al sujeto desde la Psicopedagogía.

Realizado por: Azuaga Paz, Buchanan Belen y Orfanelli Antonella


[1] González Castañón, D; Aznar, A. Cap. 1“Marcos” En ¿Son o se hacen? Novedades educativas, Bs. As. 2008

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