miércoles, 25 de mayo de 2011

"LA CONSTRUCCIÓN DE LA SUBJETIVIDAD"

"CONSTRUIRSE CON OTROS"
Cuando un nuevo Ser llega al mundo, ingresa a un espacio totalmente diferente del vientre de su madre, en donde se encontraba seguro, cuidado, protegido y contenido, con todas sus necesidades satisfechas, para luego comenzar a formar parte de una nueva realidad, en donde todo resulta desconocido, lo cual enfrenta al nuevo Ser a un estado de indefensión total. Es en este momento en que el papel de los Otros cobra vital importancia, Otros que a lo largo del transcurrir de la vida irán formando parte de la construcción de la Subjetividad de ese Sujeto.

Y de esta manera se va constituyendo el Ser -en interacción con Otros-, un Ser que es propio, que pertenece, que se construye día a día, a través de las formas de actuar, de decidir, de pensar, de vivir. Un Ser que permite ser único, singular, particular, diferente.

A medida que el Sujeto crece y se desarrolla, comienza a formar parte de diferentes ámbitos o espacios, dentro de las cuales van incorporando y construyendo formas de pensar, percibir, actuar y relacionarse. Esto implica hablar de un proceso de socialización, y a la vez, de construcción de subjetividad, entendidos como procesos continuos, en los que cada sujeto aprehende, aprende y transmite aspectos sustantivos, significativos y simbólicos del mundo social que los involucra en un espacio y un tiempo específicos (LESCANO, 1999)[1].

Se puede decir que, de esta manera, el sujeto va edificando su propia historia y en la misma medida contribuye a la construcción de la historia social, de esos espacios en los que se encuentra inmerso, los cuales le transmiten y le inscriben significaciones a ese sujeto, colaborando así en la construcción de su subjetividad.

Desde esta mirada, acerca del Sujeto en construcción con los Otros que lo rodean, puede empezar a pensarse en la influencia que recibimos entonces -ya sea positiva o negativa- de aquellas instituciones en las que nos vamos sumergiendo a lo largo de la vida. En principio, nacemos en el seno de una FAMILIA que nos brindará sostén fisiológico y emocional; luego nos “meten” en la institución EDUCACIÓN donde aprendemos a socializar con sujetos que tal vez sean muy distintos de nosotros mismos como sujetos, y el aprendizaje en sí se estructura en función a un sistema de reglas englobados en la Institución Escuela; llegando a la adultez nos vemos inmersos en la vida LABORAL –a excepción de aquellos donde por cuestiones inherentes a la realidad social en la que se vive la vida laboral comienza antes de lo esperado- y nuevamente se empieza a formar una familia.

Este proceso no se da de igual manera para todos, ya que las condiciones de vida en las que nos vamos desarrollando no son las mismas para todos, sea por elección cultural, nivel socio-económico, elección personal o por cuestiones que hacen a la segmentación social. Estas son temáticas que realmente condicionan la construcción de la subjetividad y que llaman a la reflexión. Desde estos párrafos podrían desglosarse muchas cuestiones a repensar con las que nos enfrentamos día a día, a nivel personal o general, acerca de las posibilidades que nos brinda -o no- la vida social para poder construirnos como sujetos, con todo lo que ello implica.

El CONSTRUIRSE CON OTROS es un proceso que nos favorece como sujetos y nos resulta incondicional, por eso debemos pensarnos como Sujetos productores de nuestra subjetividad, pero también como colaboradores de la construcción de la subjetividad de los Otros. Esos Otros que tienen un poquito de Nosotros, quienes a su vez tenemos un poquito de Ellos.

Asimismo, nosotras proponemos pensar a la construcción de la subjetividad como un proceso personal y social, que se vale de ambos recursos para poder realizarse. Los valores, los sentimientos y la afectividad que depositamos en la relación con el otro, sea cuando sea y del modo que sea, no será un simple hecho, sino que estará impregnado de una complejidad que debemos ir descubriendo. Esto implica conocerse y conocer al otro en la medida de lo posible.


Realizado por: Azuaga Paz, Buchanan Belén y OrfanelliAntonella.


[1] LESCANO, De la Famila a la Escuela, Infancia socializaciòn y subjetividad, Buenos Aires, Santillana, 1999.

jueves, 19 de mayo de 2011

La DISCAPACIDAD como construcción social.



Toda sociedad construye sus propios conceptos, acerca de lo que se instituye como “normal”. Así vista, la normalidad es aquello que se espera de un individuo, que pertenece a una determinada comunidad y que se considera como un requisito indispensable para desenvolverse en ella. Por lo que la ausencia de esta norma, la carencia o falla en estas características hegemónicas, ubica a quien las carece como alguien diferente, que se mueve por fuera de ese territorio. Desde esta perspectiva ese individuo pasa ser considerado anormal, incapaz, discapacitado y excluido desde el marco referencial que dictamina el imperio de lo normal.
Cuando la acepción del término discapacidad es absoluta y monolítica, se sitúa como un atributo de la persona y conlleva un significado que pasa a ser el denominador común, con que se lo representa, motivo por el cual no queda mayor espacio para el reconocimiento del otro como un “Ser” semejante-diferente.
El hecho de pensar la discapacidad como construcción social, se da a partir del intercambio entre las personas que conforman un grupo: familia, escuela, institución social, deportiva, laboral entre otras, donde se pone de manifiesto la relación que existe entre el significado que se le otorga a la discapacidad y la manera en que los demás actúan o se relacionan con ellas.
Por lo que el significado social de la discapacidad depende, entonces, de cómo se construye este concepto en una comunidad y, a la vez, de cómo este se incluye en el imaginario social.
Una representación rígida o parcial de la discapacidad categoriza a las personas a partir de una única característica, inamovible, que solo marca la desventaja sin que se puedan tener en cuenta las otras facetas del sujeto. Esta clasificación se convierte en una etiqueta descalificadora, con valor de documento de identidad, y resulta tan intransigente e inamovible que, en más de una oportunidad, sustituye al nombre propio de cada uno.
Los prejuicios sobre la discapacidad circulan en el ámbito social como una verdad instituida, sin que se cuestione demasiado la supuesta certeza que en ello se enuncia, y se han impuesto y consolidado a lo largo del tiempo desde el poder que lo sostiene.
Para las personas con discapacidad surgen apelativos que las ubican en una situación de subordinación y desventaja con respecto a un grupo hegemónico que no porta el rasgo por el que se establece la diferencia: rengo, bobo, tonto, sordo, disca, down, paralitico, etc, lo que inevitablemente supone una discriminación.
Por nuestra parte, consideramos que el significado de la discapacidad debe vincularse con el respeto por el otro y su derecho a ser diferente, lo cual no significa negar las dificultades sino reconocerlas, no se trata tampoco de suponer que todos somos iguales, ni de borrar las diferencias, sino de considerar la discapacidad como una condición de un individuo o grupo y no como su esencia determinante.
Reconocer las posibilidades y limitaciones propias y las de los otros, promoviendo las interacciones entre los miembros de una comunidad en forma más justa y equitativa, presente o no discapacidad.
Consideramos que es necesario reconocer, que en nuestras costumbres casi nunca se incluye a las personas con discapacidad como integrantes naturales de la comunidad. Se los considera "especiales", relacionándolos con roles específicos como el de niños eternos, seres dependientes, etc. Llama la atención si se los ve en escuelas o universidades comunes o si trabajan en funciones competitivas. De esta manera se coarta la vida independiente, el desarrollo personal, la participación en la vida comunitaria. La cultura oficial aparece excluyendo todo tipo de diferenciación humana. Y esto se manifiesta en políticas de desarrollo por separado para personas con discapacidad, salidas laborales improductivas, etc.
Si bien la falta de información provoca ciertas actitudes de segregación, debemos reconocer que lo que está en juego son los valores de la salud, de las diferencias humanas, de la vida. Nuestra actitud como colectivo deberá ser modificada para lograr una verdadera equiparación de oportunidades.


BIBLIOGRAFIA: Borsani Maria José “integración educativa, diversidad, discapacidad en la escuela plural” en Novedades educativas, año 2007.

Cintia, María, Romina, Paula.

Una nueva mirada del término DISCAPACIDAD



A lo largo de la historia, se ha hablado de la discapacidad haciendo referencia directa, a lo incompleto, a la carencia, como anunciando una falla en relación a lo completo, lo sano, lo normal. Llevando a toda la sociedad a construir un imaginario de lo que se instituye como normal, siendo este como un requisito único e indispensable para acceder al mundo, no dejando espacio para el reconocimiento “DEL OTRO” como un ser, como un semejante diferente, con derecho a hacer una vida plena y digna como cualquier otra.
Desde las sociedades antiguas, la organización de la población era arbitraria, dividida entre los válidos, todos aquellos que servían para el trabajo y con ello el desarrollo económico y social, y por otro lado los inválidos quienes no servían para tales fines, donde se encontraban los enfermos, ancianos y discapacitados.
Por lo que este prejuicio de considerar la discapacidad, como la imposibilidad de realizar diferentes actividades, es un problema de todos los tiempos, que lleva consigo la discriminación y la exclusión de estas personas, sufriendo por la mirada de la sociedad, que los priva de autoestima, más que por sus propias limitaciones.
La Organización Mundial de la Salud, en 1980, definió a la discapacidad como “toda relación o ausencia, debido a una deficiencia, de la capacidad de realizar una actividad en forma o dentro del margen que se considera normal para un ser humano”. Este concepto sitúa el problema desde una concepción médica, dejando muy poco espacio para un análisis más amplio de lo que es la discapacidad no permitiéndonos, ver más allá de la carencia es decir ver a la persona, su ser, sus potencialidades.
Por lo que en el año 2001, la O.M.S, se vió forzada ha revisar esta definición y lo hizo desde una concepción “bio-psico-social”, en donde se integran los componentes médicos y sociales. Es así que esta última clasificación contempla tanto las capacidades como las discapacidades de cada persona, para la realización de determinadas actividades y/o su participación en diferentes contextos. Desde esta nueva óptica, se considera que depende de la relación que una persona con determinada deficiencia establezca con su medio, para que esta tenga o no rango de discapacidad o minusvalía, resignificando el valor de la representación social atribuida al concepto de discapacidad.
Es importante, que toda la sociedad, pueda comprender, a que nos referimos cuando hablamos de discapacidad; no hay que atenernos a una mirada deficiente que nos habla desde lo que carecen, sino desde una mirada más amplia que nos permita ver su SER, las cosas que sí pueden hacer, más allá de la adversidad que se les presenta por ser portadores de diferentes discapacidades.
No son personas con defectos que tienen que ser excluidas de la sociedad, sino personas con capacidades a quienes se les deben reconocer los mismos derechos que todos los ciudadanos: estar incluidos en sus comunidades, tener las mismas oportunidades, los mismos deberes y las mismas obligaciones siendo tratados con dignidad y respeto.
La discapacidad a muchos incomoda y molesta, ya que los enfrenta a sus propias limitaciones, a sus temores, y a lo diferente, pero requiere, que nos adaptemos, que aceptemos la diversidad. Saber no solo ayuda a los discapacitados, sino también a los que no lo son.
Por ahora el prejuicio y la ignorancia son fuertes, pero si todos contribuimos para que deje de molestar, para que se integre a cada uno según sus posibilidades, tendremos una sociedad, infinitamente mejor, portemos o no una discapacidad.

Bibliografia.Borsani Maria José “integración educativa, diversidad, discapacidad en la escuela plural” en Novedades educativas año 2007.

Cintia, María, Paula, Romina
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miércoles, 18 de mayo de 2011

“LA CONSTRUCCIÓN DE LA SUBJETIVIDAD”

Desde el ámbito de la Psicopedagogía Institucional se propone crear un espacio de reflexión que invite a pensar en temáticas que forman parte de la práctica psicopedagógica.

En este caso se plantea “La construcción de la Subjetividad” como un punto de abordaje necesario a partir del cual empezar a pensar los sujetos, entendidos desde la complejidad que los caracteriza como seres únicos, con los cuales se encuentra día a día el/la psicopedagogo/a.

Este proceso de construcción de la subjetividad implica a un sujeto inmerso en diversos ámbitos durante el transcurso de su vida, por ello es imprescindible pensar la subjetividad en relación a las instituciones que atraviesa y por las que es atravesado, tales como la familia, la escuela y la relación entre pares.

Acercándonos al concepto de Subjetividad

Al pensar en la palabra subjetividad se está partiendo de una concepción de sujeto particular, un sujeto que se va construyendo como tal en la medida de sus posibilidades y en interrelación con los demás. Al hablar de sujetos se debe tener presente que éstos son únicos e irrepetibles, cada uno tiene características propias que lo hacen ser quien es, por ello es fundamental en el proceso de subjetivación establecer vínculos positivos que le permitan al sujeto desarrollarse al máximo posible.

En una primera aproximación al concepto de subjetividad podría decirse que es un proceso por el cual se atraviesa para llegar a ser sujetos. Tal como lo plantean González Castañón y Aznar (2008)[1], “todas las personas transitan por cinco fases en la constitución de su subjetividad, las cuales se implican mutuamente y permanecen vigentes toda la vida”. De estas fases se mencionará a grandes rasgos la denominación que le asignan estos autores, y qué implica cada una para ellos.

En primer lugar, se habla de la fase de humanización como el momento en el cual se da la socialización primaria, donde el nuevo ser es recibido por la familia, la cual lo introduce en las relaciones sociales. De esta manera el sujeto empieza a construir su identidad, su ser, es decir, comienza a formarse a si mismo.

En una segunda fase se produce una relación de alienación (entendida como una construcción social), dada entre la persona que encarna la figura materna y el bebé; este vínculo se estable de manera dependiente, siendo que el bebé en su estado de indefensión, debe ser sostenido para subsistir, y además deben estructurarse sus necesidades psíquicas y sociales, lo cual le permitirá lograr una futura autonomía. Se considera a esto como un aspecto fundante de la proyección subjetivante.

La siguiente fase implica la desalienación, momento en el que se rompe el anterior estado de alienación, y el sujeto comienza a establecer relaciones fuera de la familia. “En esta fase el sujeto desarrolla la consciencia de sí mismo como una continuidad psíquica en presencia y en ausencia de otros” (González Castañón, D; Aznar, A. 2008), es decir, puede pensarse como sujeto diferenciado de los demás, y al mismo tiempo puede establecer semejanzas con ellos.

Luego aparece el momento en que se aprende a tolerar las angustias, la fase de apropiación. Tal como les sucede a todos los sujetos, las relaciones familiares comienzan a modificarse en busca de la independencia, principalmente con el desprendimiento de los roles paternos-filiales de la infancia, continuando así con el proceso de individuación. Podría pensarse, en relación a esta fase, a los jóvenes que intentan independizarse de su realidad familiar, recurriendo a las fantasías y deseos que les apetecen, de manera tal que aparecen conflictos respecto a la toma de decisiones inherentes a la vida adulta.

Por último, se menciona la fase de proyección, durante la que se reeditan y reactivan fases previas, y a partir de la cual cada sujeto construye su proyecto de vida en la medida de sus posibilidades. “Las decisiones que se toman son autodeterminadas, representando compromisos del sujeto con su devenir socio-histórico” (González Castañón, D; Aznar, A. 2008).

De esta manera podemos pensar la vida de cualquier sujeto como una construcción que se va dando con las experiencias vividas por sí mismo, las experiencias ajenas que le son inscriptas, y aquellas que se viven en interacción con los otros que lo rodean. Mirar al sujeto desde la subjetividad es pensarlo como capaz de decidir por sí mismo, de comunicarse, en fin, es capaz de autodeterminarse, pudiendo actuar como impulsor de la propia vida.

La construcción de la subjetividad, caracterizada de esta manera, permite pensar al sujeto desde su complejidad, contemplando la relación entre su cuerpo, su mente, su historia, los otros, y el encuentro consigo mismo y con otros. Es a partir de esta complejidad que nosotras proponemos pensar al sujeto desde la Psicopedagogía.

Realizado por: Azuaga Paz, Buchanan Belen y Orfanelli Antonella


[1] González Castañón, D; Aznar, A. Cap. 1“Marcos” En ¿Son o se hacen? Novedades educativas, Bs. As. 2008

sábado, 7 de mayo de 2011

Niño sordo, madre oyente

Con alegría damos a conocer la publicación en la Revista Psignos (para llegar a ella encontrás un vínculo permanente en la sección "Comunicate con", en la columna de la derecha) de la conferencia que la Psicopedagoga egresada de nuestro Instituto Andrea Bonifacio compartió con los lectores.
Andrea tuvo la deferencia de compartir esa conferencia durante el ciclo 2010 en el espacio curricular de Psicopedagogía Institucional de cuarto año, como parte de los paneles que organizaron las estudiantes y que tuvieron como eje el tema "La Escuela que deseamos". Vivimos en la oportunidad un momento muy emotivo y para todos fue una instancia de aprendizaje enriquecedora y personificante.
También nos gratifica que quien nos haya hecho llegar este vínculo sea una estudiante de primer año de la Carrera, Evelyn Ciancio, a quien agradecemos su participación. Cuando pensamos iniciar "Las dos Alas", lo hicimos con la esperanza de que el sitio se fuera convirtiendo en un lugar donde podamos compartir nuestras diversas miradas y entre todos nos ayudemos en la formación de grado. Hoy compartimos con ustedes esta experiencia porque pensamos que pone de manifiesto aquello que un día soñamos.
Gracias a Andrea y a Evelyn.